El camino al infierno de la sostenibilidad: buenas intenciones y premios que no transforman
Armando Russi
1/10/20252 min read


“Dicen que el infierno está como yo, lleno de buenas intenciones”, canta una conocida canción. Y si llevamos esta frase al terreno de la sostenibilidad, el golpe de realidad es innegable. Estamos rodeados de buenas intenciones: empresas, gobiernos y personas que quieren —o fingen querer— actuar de manera responsable. Sin embargo, la intención, por sí sola, no cambia el sistema.
La sostenibilidad abunda en discursos atractivos, promesas a largo plazo y compromisos grandilocuentes que lucen bien en eventos y reportes corporativos. Pero muchas promesas nacen para cumplir expectativas y calmar presiones, no para resolver problemas de raíz. Las buenas intenciones se convierten en moneda simbólica que se canjea por reputación, aplausos y, con demasiada frecuencia, premios.
Premios por sostenibilidad: ¿incentivo o freno al cambio real?
Los eventos donde se premia a las empresas por “ser sostenibles” ilustran este problema de manera contundente. Con frecuencia, más que impulsar cambios profundos, dichos galardones propician la complacencia. Se premia la intención y los pequeños avances, pero se omite la pregunta incómoda: ¿qué está dispuesto a sacrificar el negocio para ser realmente sostenible?
Este tipo de reconocimientos incentiva la superficialidad: ser visto como sostenible acaba siendo el fin, en vez de provocar una transformación de fondo. Cuando una estrategia de descarbonización a 2050 o una línea de productos “eco” (que apenas reduce la huella extractiva) puede granjearte un premio, ¿por qué asumir la incomodidad de cambiar toda tu cadena de valor? Sale mucho más barato y rápido hacer algo simbólico que te garantice aplausos inmediatos, que embarcarse en un proceso integral y costoso de transformación.
Aquí entra un punto clave: los hard choices. Si no estás dispuesto a tomar decisiones difíciles que amenacen tus beneficios de corto plazo por un impacto real a largo plazo, solo estás jugando a “cumplir”. La verdadera estrategia consiste en elegir qué dejar de hacer, qué costos asumir y a qué grupos de interés incomodar.
El ciclo perverso del reconocimiento sin impacto
Cuando celebramos intenciones en lugar de resultados, lanzamos un mensaje inequívoco al mercado: no hace falta asumir riesgos reales para ser considerado un referente en sostenibilidad. Esta dinámica acarrea consecuencias profundas:
Se invisibiliza a quienes verdaderamente transforman: los cambios de fondo toman tiempo, cuestan y pocas veces lucen bien en un escenario de premiación.
Se perpetúa el mito de la “sostenibilidad sin costos”: la descarbonización real exige inversiones masivas, innovación radical y cambios estructurales que la mayoría de empresas no quiere afrontar.
Se estimula la complacencia sistémica: si un premio puede conseguirse con mejoras mínimas, ¿para qué arriesgarse a tomar decisiones radicales que, paradójicamente, podrían abrir nuevas oportunidades de ventaja competitiva?
No se trata de “participar para ser visto”, sino de jugar para cambiar las reglas. Y eso conlleva una pregunta decisiva: ¿buscas solo reconocimiento o un modelo de negocio viable y resiliente en un mundo que exige sostenibilidad real?
#TheDarkChallenge
En Dark Sustainability, no premiamos lo cómodo, premiamos lo que incomoda y transforma. Queremos lanzar un desafío directo a todos los que ocupan cargos clave:
Si lideras sostenibilidad: La próxima vez que prepares una candidatura para un premio, pregúntate: ¿Estamos realmente cambiando algo o solo contando lo que quieren escuchar? Si es lo segundo, tal vez sea momento de replantear la estrategia.
La verdadera sostenibilidad no se premia con aplausos, se construye con decisiones que incomodan, cuestan y desafían lo establecido. No se trata de acumular reconocimientos, sino de asumir riesgos que transformen.
#DarkSustainability